jueves, 24 de noviembre de 2011

Accionismo Vienes

Accionismo Vienes

María Reyes Gaona

En 1960 Günter Brus, Otto Mühl, Hermann Nitsch y Rudolf Schwarzkogler estos artistas estuvieron desarrollando diferentes formas de expresión, pero será en el performance, en el arte corporal en donde el soporte será su propio cuerpo lo que les distinguirá.

Los artistas mencionados no trabajaron como un grupo, cada quien hacia diferentes presentaciones por separado, al contrario de muchos de los movimientos vanguardistas del siglo XX, el accionismo vienés nunca tuvo una definición ni una guía referencial clara.

El accionismo vienés, es un arte de reflexión y de conocimiento, que mediante la rotura de todos los límites, la destrucción del cuerpo y por lo tanto de la humanidad, para enfrentarse al mundo, a la barbarie a la que era sometida la sociedad, en un mundo dominado por los poderes del Estado.

La sociedad no estaba preparada para este tipo de arte, y es por eso que es muy cuestionada, la sociedad se conformaba con retratos en un museo o galería, pero no querían aceptar ninguna crítica a la política, a las leyes e incluso a las religiones que rigen el mundo.

Es un arte de violencia es un arte descrito como “anárquico” es un Arte que tiene características estetas como lo grotesco, en los cuales el cuerpo sufría a diferentes condiciones físicas, que tenían un fin el cual era liberar al hombre. Ya sea mutilando alguna parte de su cuerpo, sacrificio de animales, masturbándose, llenándose de pintura, bañándose en sangre, haciendo orgias masivas, haciendo una crucifixión, vomitando, embarrando excremento este arte no tiene límite.

En el accionismo vienés, la influencia de Freud llevó a que la pulsión de las
fuerzas del inconsciente atravesara el sujeto utilizando el cuerpo como conducción física y camino de liberación. El cuerpo toma significación como idea artística y se transforma en un elemento subversivo que introduce nuevas energías en la expresión artística directa, inserta en la realidad, una forma de abolir la representación y salir del dominio de lo ilusorio para actuar en el ámbito de lo real. Günter Brus escribirá en sus diarios de 1960: “Mi cuerpo es la intención. Mi cuerpo es el acontecimiento. Mi cuerpo es el resultado”. Todo ello en un contexto de retorno a los valores del arte como experiencia inmediata que debe ser completada por el espectador y en el marco del surgimiento de los nuevos medios (fotografía, filmes y medios de comunicación).

El accionismo vienés hace patente esa lucha ideológica a través del cuerpo por romper la cadena de significantes instalados en ese sujeto. Un instrumento de ayuda para esa rebelión será la mirada regresiva a la Secesión vienesa y a su “pulsión de muerte”: la Viena de Klimt, Schiele y Kokoschka, de Freud y Wittgenstein. En esa rebelión del lenguaje les precedieron y acompañaron los poetas radicales del Wiener Gruppe (1954-1960).

A partir de la segunda mitad de los años 60 y de su participación en el DIAS (Destruction in Art Symposium) en Londres (1966) sus acciones fueron más radicales, menos íntimas y más públicas e impúdicas, inaugurando un arte de acción directa (Arte Directo), cuyo sentido se transforma en revolucionario, un ataque directo a los valores burgueses para su destrucción. Crean Zock (1967), (Zealous Organisation of Candied Knights), cuyas premisas conducen a una revolución total. Ya conocidos a nivel internacional, optan por un arte político y revolucionario, acorde con el nuevo paradigma ideológico que preparan el Mayo francés del 68, las revueltas estudiantiles en las universidades norteamericanas y los movimientos pacifistas, psicodélicos y comunales.

A pesar de que cada uno de estos artistas trabajaba sobre conceptos diferentes, compartían la misma visión estética y temática sobre el arte. Usaban el propio cuerpo como elemento central de sus obras, tal y como puede apreciarse en los títulos de una de las acciones de Brus, Cuerpo pintando, Mano pintando (1964), o en Degradación del cuerpo femenino, degradación de una Venus (1963) de Mühl y Nitsch. Este esfuerzo por transformar el cuerpo humano en superficie y producción de su propio arte, tiene sus raíces en el Body Art o en la Performance Art, movimientos que fueron llevados radicalmente hasta sus extremos por los accionistas vieneses. El significado de estas “acciones” unido al progresivo abandono de la pintura, teatro y escultura por parte de los accionistas, sirvió como definición subjetiva de la obra anti-artística.

Esta filosofía quedará reflejada en el “Manifiesto de la Acción Material” de Otto Mühl (1964), donde el autor escribe,

...de manera progresiva, la pintura se aleja cada vez más del uso de materiales tradicionales. El cuerpo humano, una simple tabla o una habitación pueden ahora servir perfectamente como superficies donde pintar. El tiempo es entonces agregado a la dimensión del cuerpo y el espacio.

La separación del artista del resto de la comunidad a la hora de su valoración ética y estética es una suerte de elitismo artificial. Muchos artistas e intelectuales modernos y contemporáneos han querido romper con las connotaciones clásicas de arte, con la idea de belleza o incluso de sublime, pero la verdad es que el artista sigue manteniendo ese aura como ser de una sensibilidad especial, que es capaz de enriquecer el desarrollo social porque logra, mediante su arte, poner de manifiesto las contradicciones del proceso histórico en el que nacieron y viven; consiguiéndolo ya que, además, tienen el talento para inventar lenguajes y formas de comunicación nuevos que les permiten ir más allá de los controles ideológicos y del peso de la cultura. En cierta forma son vistos, intencionalmente o no, como benefactores de la humanidad, supuesto similar del que disfrutaron los científicos hasta hace bien poco. Es normal, pues, que características como libertad, flexibilidad y espontaneidad sean no sólo deseables, sino necesariamente respetables en un artista. Pero este supuesto es un artificio y una construcción cultural, como tantas otras que ellos mismos critican.

Cuando el artista crea no sólo se presupone él inocente, sino que existe una presunción de inocencia desde la sociedad hacia el artista y hacia el arte. Hacia éste último porque, mientras no necesita legitimarse como tal desde hace muchas décadas, somos el resto los que debemos demostrar por qué no es arte. Mientras que al artista se le presupone inocente de intenciones, más allá de las propiamente artísticas, porque se le presupone consciente de su situación de actante en el mundo. En este sentido parecen estar más allá del bien y del mal, de tal manera que pueden abordar con su trabajo también lo moralmente inaceptable. Ésta libertad total sería, al perecer, lo que posibilitaría abrir zonas nuevas de pensamiento, visión, sensibilidad, etc. consiguiendo iluminar aquello que está en tinieblas. Así, el arte empuja los límites de lo establecido pero, con ello, los propios artistas trabajan al límite de lo socialmente permitido.

El accionismo vienés siempre ha generado debates polémicos en torno a los límites y a los abusos del arte. Actualmente, la mayoría de los que fueran representantes más destacados del movimiento trabajan de forma independiente en proyectos ajenos a la estética accionista, quedando sus obras como retrato de una de las épocas más radicales y extrañas de la historia del arte.

Con esta información previa acerca de este movimiento artístico tan polémico, cada persona tiene derecho de aportar su opinión, ya sea constructiva o destructivamente, el que decide es el espectador.

Este movimiento es Arte, porque cuenta con todas las cualidades para ser Arte, y lo avalo porque fue un cambio radical que marco la historia del arte, marcó nuevas tendencias y libero lo que se conocía como arte.

La sociedad estaba cerrada a solo aceptar una pintura cuadrada montada en un lienzo como Arte, y opino que muchas personas siguen pensando lo mismo en estas décadas.

Si las personas tuvieran la mente realmente abierta al arte, entenderían en qué consiste este movimiento o todos los demás movimientos de vanguardia.

Lamentablemente no todas las personas son capaces de entender la historia del arte, el arte de las vanguardias ni el arte contemporáneo, yo pienso que es porque a la sociedad le gusta lo fácil, lo que no se razona, lo que no se piensa, a la sociedad no le gusta pensar ni leer, quiere que todo esté al alcance de nuestras manos para no esforzarnos y eso nos está convirtiendo en una sociedad inútil.

El accionismo vienes es un movimiento muy importante y con educación previa es muy fácil de entender, no cualquiera se atrevería a hacer dichos actos, no cualquiera es capaz de exponer su cuerpo como un objeto de arte, admiro a todos los artistas de este movimiento que a pesar de que fueron perseguidos por la ley en su país, no cesaron de hacer este tipo de arte valiente, } pensado y tan profundo.

Creo que esto ayuda a mi formación artística, a defender lo que creo y a causar una reacción al espectador que sea inolvidable.

1 comentario:

  1. Así es María, este movimiento, controversial, polémico y explosivo, permite poner en la balanza juicios y errores y abrir los ojos a la posibilidad de otras formas expresivas., pero sobre todo a ser más sinceros con lo que consideramos relevante para nuestra producción artística.
    Mtro. Roberto Rosique

    ResponderEliminar