jueves, 24 de noviembre de 2011

APROPIACIONISMO

APROPIACIONISMO

M.Rivera G.

En las siguientes líneas pretendo hacer una revisión del movimiento apropiacionista, principalmente de sus propuestas. Revisaré a sus principales representantes y que fue lo que aportaron y por qué de su importancia. Por último, analizaré si el apropiacionismo logró hacer lo que esperaba y si cumplió o no con sus objetivos.

En la postmodernidad han surgido movimientos que a simple vista podrían parecer contradictorios, pero que aún y en esa aparente contradicción compartían el deseo de transgredir las limitantes de movimientos anteriores, en este caso el acartonado peso que trajo consigo la modernidad, que irónicamente, en su inicio también buscaba romper con limitantes e ideas caducas respecto al arte.

La idea que probablemente nos viene a la cabeza cuando escuchamos apropiación, es la que nos remite a la copia, en este caso, en el discurso del arte. Quizás para otros signifique plagio, a algo que no es “original” y que no propone nada nuevo a simple vista, porque, después de todo es aprovecharse del trabajo de alguien más, sin aportar nada visualmente nuevo o “auténtico”.

Entonces cabría preguntarse, por qué un movimiento carente de “originalidad” y “autenticidad” es considerado importante. Para ello, habría que tener en cuenta que: “Aunque la obra sea la misma a una existente, al fin y al cabo, allí detrás tendríamos una subjetividad, una vida psíquica, una emocionalidad en trabajo… un autor”.[1]

Así es como surge a principios de los años ochentas el apropiacionismo, como respuesta al minimalismo y al conceptualismo, y el cual planteaba un retorno a la imagen, ya no se trataba de representar la realidad a través de la imagen, sino de re-contextualizarla, presentar en vez de representar.

Doulglas Crimp quien fue responsable de “pictures”, exposición en la cual invitó a artistas como Troy Brauntuch, Jack Goldstein, Sherrie Levine, Robert Longo y Philip Smith, entre otros. Estos artistas tenían un común denominador “eliminaban el significado primigenio de fotografías publicitarias, de tomas televisivas o cinematográficas e incluso de imágenes procedentes de la propia historia del arte para otorgarles uno absolutamente nuevo.” [2]. Y precisamente ese es el punto que hace de a estos artistas y a este movimiento relevante, el hecho de que no trabajaban con imágenes que pretendieran representar la “realidad” o fueran fruto de la imaginación, sino con imágenes donde un nuevo original sea recontextualizado, en este proceso de “rematerialización”, una reivindicación de las imágenes y la manera de percibirlas.

Es precisamente por esta razón que el apropiacionismo no se considera copia o plagio, ya que aquí el artista toma una imagen aparentemente igual o idéntica, dándole un significado diferente, mediante un proceso en el que dicho artista intervino: “la evidencia está en cada obra realizada. Con esto podemos descartar la copia ya que es obvio que la apropiación va a ser distinta a la original, si no lo es físicamente lo será conceptualmente.”[3]

“La obra de arte ha sido siempre fundamentalmente susceptible de reproducción. Lo que los hombres habían hecho, podía ser imitado por los hombres. Los alumnos han hecho copias como ejercicio artístico, los maestros las hacen para difundir las obras, y finalmente copian también terceros ansiosos de ganancias. Frente a todo ello, la reproducción técnica de la obra de arte es algo nuevo que se impone en la historia intermitentemente, a empellones muy distantes unos de otros, pero con intensidad creciente” Sherry Levine (considerada principal exponente del apropiacionismo).[4]

Y quizás precisamente ese sea uno de los puntos que hacen importante a este movimiento, ya que nos invita a la reflexión, a cuestionar los supuestos, en este caso, el de la reproducción de imágenes y su supuesta “originalidad” y “autenticidad” cuando sabemos que surgieron a partir de algo ya hecho, aunque no se trate de una imagen partieron de un imaginario ya existente, donde la cámara ha sido el principio (“Dios”).

Las aportaciones de otros artistas en la línea apropiacionista como Troy Breuntuch destacA su trabajo del III Reich, retomando la figura de Hittler, donde la imágenes utilizadas estaban cargadas de un significado histórico y su aportación consistía precisamente en fragmentarlas a tal punto donde fuesen irreconocibles, alterando su significación, ya no se trataba del III Reich o Hittler, sino de imágenes descontextualizadas que ya no nos hablaban de un pasado histórico, cambiando completamente la manera en que son percibidas.

En Pictures, Jack Goldstein presentó The Jumped, en el que experimentaba con distintos grados de luz. Donde la importancia de la obra no reside en la temática que utiliza en sus imágenes, sino en su presentación/escenificación, dándole una vez más la vuelta a lo aparente, porque no se trata de lo que la imagen pueda significar por sí sola, sino en cómo va a ser interpretada por quien la visión de quien la mira.

“Nosotros conocemos la vida real tal como aparece representada en filmes y videos. Todos estamos implicados en un espectáculo de satisfacción que en último término acaba siendo alienante. Terminamos copiando cosas, pero finalmente a muchas de ellas, sin darnos cuenta le dejamos huella”[5]

Me parece interesante como cada uno de estos artistas tiene un discurso similar, más no igual, que transgrede la supuesta “realidad” , donde evidencian a la imagen como una ficción, una herramienta subversiva más que una verdad, de cómo la percepción tiene más de una configuración poniendo en evidencia que no todo es lo que parece a primera vista aún cuando las imágenes sean aparentemente idénticas, la importancia de la reflexión, de no quedarse con lo aparente sino ahondar y cuestionar constantemente, es precisamente el ejercicio de cuestionar, poner en duda, proponer, lo que me parece interesante de este movimiento en especifico.

Creo que su potencial subversivo es lo que hace a este movimiento tan controversial, e incluso amenazante ya que inevitablemente apunta a la reflexión sobre el arte hacia lo social y lo político, fibras sensibles al tiempo que amenazantes. Lo importante de la obra no es el acto de reproducir, ni lo que se ha copiado de ella sino lo que se ha agregado, es lo que la enriquece. El mensaje no es claro, sino que es tan claro que a primera vista, no se percibe.

1 comentario:

  1. Así es Michelle un arte verdaderamente subversivo, difícil de etiquetar como tal, pero tan real como esta hiperrealidad que vivimos desesperadamente en donde lo único original sigue siendo la muerte. El arte se pavonea en su libertad creativa con este movimiento descarado, pero arte al fin que toca las fibras más intimas del cerebro para reflexionar en nuestras andanzas creativas
    Felicidades.
    Mtro. Roberto ROSIQUE

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